Ahora Política3D: Análisis: La Argentina que duele

En el año 1985, Israel tenía una inflación del 500 % anual. Casi todo el gasto se financiaba con emisión monetaria. Hasta que llegó un momento en que los políticos entraron en pánico. Estaba muy claro que por ese camino el país era inviable. En ese contexto, los líderes de los principales partidos políticos se reunieron y alcanzaron un gran acuerdo nacional. Había que bajar el gasto público y llevar adelante un duro ajuste fiscal. Y finalmente lograron bajar drásticamente los índices de inflación.

Pero llevar a cabo en la Argentina lo mismo que se hizo en Israel es mucho más difícil. Ya que tenemos un Presidente como Alberto Fernández que no tiene poder, que dañó la imagen presidencial y la confianza haciendo fiestas en Olivos cuando el resto del país estaba encerrado por la pandemia. Además, las reservas del Banco Central están negativas, el riego país está cerca de los 3.000 puntos, la inflación proyectada para este año ronda el 90%, la imagen del gobierno en los análisis de opinión pública está en niveles históricos bajísimos (solamente 23% de imagen positiva) y además los partidos que conforman la alianza gobernante del Frente de Todos están peleados entre sí y con internas tremendas que paralizan la gestión de gobierno.

Los líderes de las organizaciones sociales que forman parte de este gobierno se están poniendo nerviosos, ya que sus bases les reclaman que con lo que cobran de plan no les alcanza para comprar la comida de todo el mes, algunos de los que cortan las calles del centro porteño pasan hambre y desesperación. Un dirigente histórico del peronismo bonaerense sostiene que en los meses de agosto y septiembre próximos la cosa se va a complicar mucho más.

Y en este contexto, tenemos a un Presidente que no gobierna, que acepta todas las órdenes que recibe de su vicepresidente, una vicepresidente que aporta los funcionaros más importantes del gobierno pero que al mismo tiempo habla de “funcionarios que no funcionan”. Y además, existen una gran cantidad de funcionarios de este gobierno que mienten todo el tiempo, que no generan confianza y que a pesar de la complicada situación económica actual de la Argentina se pelean por el reparto de fondos. Y básicamente se están pelando por lo poco que queda en el fondo de la olla.

La actual ministra de Economía, Silvina Batakis, habla de la importancia de alcanzar el equilibrio fiscal, de cuidar los recursos públicos, pero no obstante aceptó ser la ministra de Economía de un gobierno que aumentó un 78 % el gasto público primario en los primeros cinco meses de este año. Y ahí está la raíz de todos los problemas, porque el mercado no le cree, porque por un lado la flamante ministra de Economía puede tener las mejores intenciones pero carece de poder político para llevar adelante las transformaciones que necesita la economía argentina en forma urgente.

Algunos datos de la realidad: Este año el déficit primario aumentó un 409 % comparado con igual periodo del 2021; Tenemos una inflación totalmente descontrolada como consecuencia de la emisión monetaria desbocada que lleva adelante el cuarto gobierno kirchnerista; Por la pésima política energética del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner el país está importando más de 2.000 millones de dólares por mes; Por la falta de confianza que genera este gobierno y por la ineptitud de sus funcionarios, no se pudo construir el gasoducto que hoy le permitiría a la Argentina poder exportar energía a precios internacionales muy altos.

Está claro que las ideas que pregonan desde el kirchnerismo son ideas que atrasan varios años, son ideas que conducen al hambre de la población, son ideas que conducen al fracaso. Y la realidad actual lo está demostrando en vivo y en directo. Claramente estamos asistiendo al final de una etapa populista.