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Ricardo Arriazu: «Según mis cálculos, las reservas líquidas del Banco Central son negativas en US$500 millones»

En el contexto de la grave crisis económica que está viviendo la Argentina como consecuencia de la cuarentena eterna decretada por el Presidente Alberto Fernández, que desencadenó una disparada del dólar que no encuentra techo, el economista argentino de vasta experiencia internacional, Ricardo Arriazu, disertó ayer en un seminario organizado por la Universidad del CEMA donde se refirió al tipo de cambio y a la falta de confianza por parte del mercado hacia las políticas del Gobierno Nacional.

A continuación las principales definiciones del Economista Ricardo Arriazu:

«Según mis cálculos, las reservas líquidas del Banco Central son negativas en US$500 millones».

«Se dice que el tipo de cambio es el de arriba, no es cierto, ese es el de pánico».

«La inflación es un problema monetario en el largo plazo, el aumento general de precios se da cuando hay un desequilibrio en la unidad de cuenta. Pero en el corto plazo es más complicado bajar la inflación, porque la verdadera unidad de cuenta en la Argentina es el dólar: cuando se mueve, se mueven todos los precios y automáticamente se entra en una espiralización. Una devaluación bien hecha se traslada en un 90% a precios en el transcurso de 12 meses; una mal hecha, el 112%».

«Hay que atacar tres problemas al mismo tiempo: lograr equilibrio fiscal, dejar de emitir y desindexar la economía. Se intentó dos veces, con el Plan Austral y la Convertibilidad. En el primero, al poco tiempo se subieron los salarios, y en el segundo, se aumentó el déficit. El problema no se resuelve con fijar la tasa de interés o limitar la cantidad de dinero, o tampoco con fijar el tipo de cambio y seguir emitiendo».

«Hay una cosa que siempre digo: la inflación se la mata o te mata a vos, no se convive. Como decía Maquiavelo: las cosas malas hay que hacerlas todas juntas y las buenas, hay que darlas de a poco».

«Para evitar un estallido social, se necesita conseguir recursos y cambiar el discurso para dar confianza. Pero, como generar confianza lleva tiempo, se necesitan recursos. Las alternativas que tiene el Gobierno es pedir dinero fresco al FMI o utilizar el swap con China. La segunda opción, de alguna forma, ya se está usando desde que el Banco Central permitió que se compren yuan renminbi para operaciones de comercio exterior. La Argentina importa de China US$700 millones por mes. Si se paga solo con yuanes, es como recibir US$700 millones por mes».

«Las reservas se perdieron aún con control de cambio y superávit comercial porque hay un enorme problema de confianza. Aumentar el gasto público para traccionar la economía no garantiza que crezca, ya que se aumenta el déficit, esto genera desconfianza y hay salida de capitales. Se termina generando una caída de la actividad. El crecimiento tiene que venir por el aumento de la confianza y del gasto privado. Hay que dar señales de que no los quieren estafar, hacer cosas para que la gente les crea».

«Para bajar la pobreza, se debe duplicar la tasa de crecimiento de la Argentina y para ello es necesario aumentar la inversión y la productividad, que se logra bajando el costo argentino; es decir, la carga tributaria. Y para poder hacerlo, hay que bajar el gasto».

«La balanza de pagos tiene tres grandes líneas. En primer lugar, la cuenta corriente, que es la diferencia entre el ingreso y el gasto de un país. Cada vez que tenemos déficit es porque un sector gasta más que su ingreso; a veces es el sector privado, pero en la inmensa mayoría es el Gobierno. Segundo, la variación de reservas, que es la diferencia entre la demanda de pesos y lo que emite el Gobierno. Si la gente demanda más pesos de los que se emiten, tengo superávit; si es al revés, tengo déficit. La confianza entra en la demanda: no me quedo con pesos si creo que voy a ganar más yéndome al dólar. Lo que une a las dos anteriores es la cuenta capital. Lo fundamental es la demanda de pesos o la de dólares: en julio y agosto, la emisión fue más chica que en los meses anteriores y el déficit primario fue más chico, pero en junio ganamos reservas y en julio y agosto perdimos. Esto es porque no hubo demanda de pesos porque fue cuando empezaron a hablar de Vicentin y asustaron a la gente. Mientras sigan con ese discurso, la gente no querrá tener pesos».

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