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Banco Central: Informe de Política Monetaria: Evaluación y Perspectivas

La inflación se aceleró en el primer trimestre de 2018 respecto al último trimestre de 2017 alcanzando un promedio mensual de 2,2%. La suba de la inflación respondió al impacto del aumento de las tarifas de los servicios públicos y, en menor medida, a la depreciación del peso observada entre diciembre de 2017 y febrero de 2018. La inflación núcleo presentó trayectorias similares en los veranos de 2017 y 2018, aun cuando este año se registraron aumentos significativamente mayores de precios regulados y de tipo de cambio.

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El BCRA considera que esta mayor inflación es transitoria y que, superados los factores señalados, consolidará su tendencia a la baja y la inflación mensual se ubicará en valores que la economía argentina no registra desde la crisis financiera global. Esta perspectiva favorable se basa en que: a) la política monetaria muestra un sesgo más contractivo que el observado en la primera mitad del año pasado; b) el proceso de ajuste de precios regulados es menor que el de 2017 y, al concentrarse en el primer cuatrimestre, se desacelerará fuertemente después de abril; c) no se prevén futuras depreciaciones significativas del peso debido a los fundamentos macroeconómicos y a la propia acción del Banco Central, y d) las negociaciones salariales del sector público y privado se están pactando en torno a la pauta de 15%.

Considerando que las presiones sobre los precios respondían a factores temporales, el Banco Central mantuvo sin cambios la tasa de interés de política luego de la reducción que se había decidido en enero para hacerla compatible con la menor desinflación requerida por la nueva meta intermedia. Sin embargo, el corrimiento en un año de la meta de inflación de 5%, la reconfiguración de las metas intermedias para 2018 y 2019 y la baja en la tasa de interés de política en el inicio del año fueron interpretados por el mercado como la antesala de un relajamiento excesivo de la política monetaria.

Esto derivó en una dinámica de depreciación del peso que reflejaba una visión del mercado sobre el futuro de la política monetaria que no se correspondía con la visión del Banco Central. En ese contexto, y de forma complementaria al manejo de la tasa de interés, el Banco Central intervino en el mercado cambiario desde principios de marzo. Una depreciación del peso mayor a la registrada hasta ese momento no estaba justificada por factores económicos reales ni por el curso previsto de su política monetaria y, de no evitarse, podría afectar el proceso de desinflación. Los analistas han comenzado a incorporar un comportamiento más contractivo del BCRA que el que preveían a fin de enero, y las expectativas de tasa de política monetaria ya están al nivel de las esperadas en diciembre de 2017.

La economía continúa creciendo a un ritmo sostenido y con baja volatilidad. En línea con lo anticipado en el IPOM de enero, el producto interno bruto (PIB) tuvo un crecimiento sin estacionalidad de 4% anualizado en el cuarto trimestre de 2017, manteniendo un ritmo similar al del resto del año pasado.

Durante el primer trimestre de 2018 la economía continuó expandiéndose, completando siete trimestres de crecimiento ininterrumpido por primera vez desde 2011. La última Predicción Contemporánea del PIB del BCRA (PCP-BCRA) indica un alza trimestral de 0,73% sin estacionalidad para el primer trimestre de 2018. La inversión cerró 2017 con un fuerte crecimiento, alcanzando un máximo histórico de gasto en equipo durable de producción; y se prevé que continúe liderando la expansión del gasto agregado en 2018.

La visión del BCRA es que la tasa de inflación descenderá una vez que queden atrás los factores transitorios arriba mencionados. Para consolidar este escenario la autoridad monetaria extremará la cautela con la que la tasa de política monetaria acompañará la caída de la inflación, se mantendrá atento en el mercado de cambios para evitar movimientos inconsistentes con su visión de política monetaria y sobre su compromiso con la desinflación y estará listo para actuar ajustando su tasa de política monetaria al alza si el proceso de desinflación no transita por el sendero esperado.

El sesgo contractivo de la política monetaria será así utilizado para alcanzar las metas intermedias de 15% de inflación en 2018, 10% en 2019 y objetivo de 5% en 2020. De esta manera continuará promoviendo la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social.

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