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Ciudad de Buenos Aires: Informe Económico Semanal del Banco Ciudad: LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
En línea con los datos del nivel de actividad y empleo conocidos recientemente, las cifras de pobreza difundidas esta semana mostraron un nuevo e importante descenso en este indicador en la segunda mitad del año pasado, traduciéndose el crecimiento económico en una mejora palpable de las condiciones de vida de los sectores sociales más vulnerables.
Según informó el INDEC, en el segundo semestre de 2017, la tasa de pobreza cayó al 25,7%, situándose 4,6 puntos porcentuales por debajo de los niveles del segundo semestre de 2016 (30,3%), lo cual implicó que casi 1,2 millones de personas abandonaron su condición de pobreza en el último año. En tanto, la tasa de indigencia se redujo al 4,8%, 1,3 puntos por debajo de los niveles de igual período de 2016 (6,1%), lo que equivale a 330 mil indigentes menos que un año atrás en los 31 aglomerados urbanos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
Si se compara con los niveles de pobreza e indigencia del segundo trimestre de 2016, cuando se retomó la medición de este indicador por parte de la nueva conducción del ente nacional de estadísticas, la baja es aún más pronunciada, ya que la tasa de pobreza ascendía al 32,2% y la de indigencia al 6,3%, situándose hasta ese entonces en niveles todavía similares a los que arrojaban hasta fines de 2015 mediciones alternativas, como la del Observatorio Social y Económico de la Universidad Católica Argentina (UCA). Más concretamente, según la UCA, en 2015, al momento de asunción del nuevo gobierno, la pobreza trepaba al 29%, habiendo acumulado un incremento de 4,3 puntos desde su mínimo previo, de fines de 2011. En este sentido, la mejora observada entre inicios de 2016 y fines de 2017 marca un cambio de tendencia tras el persistente deterioro que se había verificado entre 2011 y 2015, en un contexto de estancamiento económico y alta inflación, es decir, en un entorno macroeconómico tendencialmente estanflacionario.
Otro dato a tener en cuenta es que, a nivel desagregado, se registró una caída de la tasa de pobreza en todas las regiones del país, destacándose por su tamaño relativo la reducción de 5,1 puntos porcentuales en los partidos del Gran Buenos Aires (GBA), donde la pobreza pasó del 34,6% al 29,5%. También sobresalió la mejora observada en la región de Cuyo, con una reducción de 3 puntos porcentuales, hasta el 26,3%, mientras que la región del Noreste argentino (NEA) se mantuvo como la zona más rezagada, con una tasa de pobreza del 33,2%.
Entre los factores que explicaron la mejora de los indicadores de pobreza e indigencia se destaca tanto la recuperación de los salarios reales y el empleo, como un mayor y más focalizado gasto social por parte del Estado. En lo que hace al primer elemento, en 2017, se observaron notorias mejoras en el mercado laboral, con un incremento interanual en la tasa de empleo de 1,1 puntos porcentuales en el cuarto trimestre, que permitió reducir la tasa de desocupación de 7,6% a 7,2% a lo largo del último año, tras seis trimestres consecutivos de expansión económica. Adicionalmente, el nivel general de salarios se incrementó 27,5% el año pasado, liderado por el alza del 31,5% en las remuneraciones del sector privado no registrado, con un aumento considerablemente superior al de la canasta básica total en el mismo período (26,8%).
En segundo término, si bien en nuestro país la mejora sostenida en la actividad económica durante el último año fue uno de los principales causales que incidieron en la reducción de la pobreza, esta también se vio favorecida por el crecimiento y focalización del gasto de carácter social. Pese a la mayor contención del gasto público, las prestaciones sociales se incrementaron en el segundo semestre de 2017 casi un 35% interanual, esto es, unos 9 puntos por encima de la inflación, alcanzando una participación del 53% en el total del gasto primario, en comparación con un 46% en igual período de 2016. Esto, además, se dio en un marco en el que la reducción de subsidios económicos, principal motor de la desaceleración del gasto primario total, se produjo en conjunto con el mantenimiento de una tarifa social, que permitió reducir la incidencia de los incrementos tarifarios sobre el ingreso disponible de los sectores de menores recursos.
Con todo, existe una fuerte relación entre la reducción de la pobreza y el desempeño macroeconómico en el corto y mediano plazo. Según la literatura económica, las políticas que apuntan a una mayor estabilidad macroeconómica y permiten un incremento del nivel de actividad sostenido junto con una inflación en baja, se encuentran entre las principales determinantes de la mejora de los ingresos de los hogares más pobres. Algo de esto se observó en diferentes países de América Latina, donde una mayor estabilidad económica y políticas tendientes a reducir los niveles de inflación rindieron sus frutos a través de los años. En este marco, posiblemente Chile sea el caso paradigmático, registrándose una clara correlación entre su desempeño macroeconómico y la tasa de pobreza, que se redujo de un 38,6% en 1990 hasta un 11,7% en el 2015. Se trata de un camino largo e inicialmente trabajoso, pero que a la luz de la experiencia de nuestros vecinos, vale la pena comenzar a transitarlo.