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Informe Económico Semanal del Banco Ciudad: LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
Los datos conocidos esta semana confirman el ingreso en una fase de aceleración del crecimiento económico, que no sólo se muestra sectorialmente cada vez más difundido, sino que también comienza a ser percibido por un porcentaje creciente de la población, elemento que ayuda a explicar la positiva performance del oficialismo en las últimas PASO y que resultará clave de cara a las elecciones legislativas de octubre. Asimismo, las señales de expansión no se circunscriben únicamente a los indicadores del nivel de actividad, sino que también se ven plasmadas en el crecimiento de las importaciones y en una favorable evolución de las cuentas públicas, fruto de un sostenido aumento de los recursos tributarios.
De acuerdo al Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que elabora el INDEC, la economía se expandió un 4% anual en junio, por encima del alza de 3,4% que había presentado en mayo. De esta manera, el EMAE finalizó el segundo trimestre con un alza promedio de 2,7% con respecto a igual período de 2016 y de 0,8% con relación al trimestre previo, acumulando cuatro trimestres consecutivos en ascenso. Paralelamente, según las estimaciones oficiales, el avance ya comprende a la totalidad de las actividades productivas, con la única excepción de las minas y canteras, que incluyen a la producción de gas y petróleo.
Los indicadores privados, en tanto, muestran que la expansión continuó acelerándose en julio. El Índice General de Actividad de Ferreres (IGA-OJF) arrojó para dicho mes una suba de 5,4% interanual, en lo que fue el alza más pronunciada de los últimos 50 meses, acompañada de un incremento de 0,6% con respecto a junio.
Ahora bien, las mejoras no son sólo con respecto a un año atrás, sino que se dan incluso contra los niveles de diciembre de 2015, lo que indica que la economía ya logró recuperarse completamente de los efectos de las correcciones macroeconómicas en las que debió incurrir la actual administración al inicio de su mandato, vinculadas (fundamentalmente) a la normalización del funcionamiento del mercado de cambios y al inicio de un proceso de consolidación fiscal, dos medidas que tendrían un costo en términos del nivel de actividad en el corto plazo, pero que resultaban indispensables para evitar una crisis y sentar las bases para comenzar a transitar un sendero de crecimiento sostenido.
Por otro lado, esta semana también se conoció el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) que elabora la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Dicho indicador verificó para agosto un incremento cercano al 12%, tanto con respecto a julio como con relación a un año atrás, destacándose como novedad que la percepción positiva sobre la marcha de la economía ya no resulta exclusiva a la Capital Federal o al Interior del país, sino que ahora también empieza a sentirse con fuerza en el Gran Buenos Aires y entre la población de menores ingresos. Ambos datos dejan entrever que el crecimiento económico comienza a permear a un espectro más amplio de la sociedad, elemento que resulta clave para comprender los últimos resultados electorales.
En este sentido, un elemento interesante está vinculado a la fecha en la cual fue realizado el trabajo de campo de la encuesta. La mayor parte de las consultas para confeccionar el ICC de agosto fue realizada antes de las PASO, por lo que es factible que la mejora en la percepción de los consumidores tienda a consolidarse en los próximos dos meses, de cara a las elecciones de octubre, habida cuenta de la positiva marcha reciente de los indicadores de la economía real o, por ejemplo, la mayor estabilidad cambiaria (otro “termómetro” de la percepción económica de la ciudadanía).
Por otro lado, y como se mencionó previamente, el avance de la actividad agregada se ve reflejado también en los datos de comercio exterior. En este sentido, las importaciones experimentaron en julio una suba interanual de 30%, la variación más pronunciada en lo que va de 2017, con un alza de 15% para el acumulado de los primeros 7 meses del año. Y si bien el rubro que más subió fue el de las importaciones de automotores (76%), resulta destacable el incremento en las compras de bienes de capital (54,7%) y de piezas y accesorios para bienes de capital (34,9%), números que hablan de una recuperación más palpable de la inversión.
Finalmente, en lo que hace a la evolución de las cuentas públicas, el déficit primario exhibió en julio una caída de 9% en comparación con igual período de 2016. Es importante señalar que si bien en marzo ya se había registrado una reducción del déficit en términos nominales, en aquella oportunidad habían desempeñado un rol central los recursos extraordinarios aportados por el Régimen de Sinceramiento Fiscal. En julio, por el contrario, estuvieron en juego factores de carácter más estructural, combinándose un mayor crecimiento de los recursos tributarios, favorecido en buena medida por el avance de la actividad económica, con una nueva desaceleración en el ritmo de aumento del gasto, en la que continúa desempeñando un papel importante la reducción de los subsidios económicos.
Como resultado de lo anterior, y por primera vez en lo que va del año, el alza de los ingresos (28%) superó al del gasto primario (23%) sin que medien los aportes del blanqueo impositivo. Adicionalmente, el déficit primario ascendió a 1,7% del PIB entre enero y julio, frente a una meta acumulada para el tercer trimestre de 3,2% del Producto y de 4,2% para todo el año, lo cual permite anticipar un cómodo cumplimiento de los objetivos trazados por el Ministerio de Hacienda.