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Editorial: Economista, Martín Tetaz: El mejor remedio contra el coronavirus

Por Martín Tetaz

«Se suspende el pago de las facturas de energía eléctrica, agua, televisión por cable, internet, pagos de préstamos y tarjetas de crédito por los próximos tres meses, se pagarán en un plazo de dos años sin afectar la calificación crediticia»

No, no es en Argentina. La medida fue anunciada por Nelson Fuentes, el Ministro de Hacienda de El Salvador, en una conferencia de prensa, el pasado miercoles 18. Tres días despues se anunciaba una cuarentena domiciliaria, similar a la decretada en nuestro país.

La medida, sin ambargo, no tiene alcance masivo. En la ronda de preguntas, cuando un periodista hizo la consulta el Ministro dijo que era “para las personas y empresas afectadas” y unas horas despues el propio presidente Nayib Bukele tuiteó que sería para “Personas que pierdan su trabajo, trabajadores por cuenta propia, micro y pequeñas empresas que hayan bajado considerablemente sus ventas, artistas, odontólogos, restaurantes, comedores, atletas, gimnasios, personas en cuarentena y futuros enfermos o varados en el extranjero”.

Al día siguiente, en medio de la escalada del virus que impacta de lleno el país centroamericano, por su dependencia de las remesas de los Estados Unidos y por el efecto de la cuarentena que decretaría, su gobierno dispuso un bono mensual de 150 dólares adicionales para todo el personal de la salud afectado al combate de la pandemia y un subsidio de 300 dólares a 1,5 millones de hogares de trabajadores por cuenta propia; la mitad de la población activa. Es un monto significativo si se tiene en cuenta que el salario mínimo es de 250 dolares.

El Salvador es un país pequeño, con 6,5 millones de habitantes, cuya principal fuente de dólares son los envíos que hacen a sus familias los 2,5 millones de salvadoreños que viven y trabajan en los Estados Unidos. Su economía está dolarizada y tiene pleno acceso al crédito de organismo internacionales y del mercado, con lo cual no es comparable con la fragil situación de nuestro país, pero rescato el ejemplo, en primer lugar porque echa luz sobre el tipo de medidas que se pueden estudiar, pero sobre todo porque demuestra que una de las claves para reducir la incertidumbre de la población es anunciar las medidas paliativas antes de informarle a la gente que no podrá trabajar por los próximos quince días, poniendo los caballos delante del carro, como corresponde.

En el Reino Unido, el Primer Ministro Boris Johnson coqueteó con la idea de focalizar los cuidados en la población mayor y dejar que los que no pertenecen a los grupos de riesgo se conviertan en el “rebaño inmune”, pero desestimó rápidamente la medida cuando sus asesores económicos le explicaron que si no paraba la economía para frenar al virus, la epidemia iba a parar la economía de todas maneras, porque los millones de contagiados deberían guardar reposo al menos durante los siete días que demandara su recuperación. La diferencia además, es que el virus no distingue entre la necesidad de cada tipo de trabajo para la economía y ataca por igual a los que se desempeñan en servicios vinculados al esparcimiento, como a los que sostienen el funcionamiento de las cadenas alimentarias, la fabricación de remedios y la actividad en los hospitales. La cuarentena puede planificarse. El colapso que causaría un contagio masivo no.

Queda claro entonces que la decision del gobierno local es correcta, pero es inevitable que venga acompañada de un frenazo en la economía, porque la mayoría de los sectores productivos vinculados a los servicios se paran por completo. Cuanto es la magnitud de la caída en el PBI es opinable y depende de la duración de la cuarentena, como así también de que no se rompa en el camino el tejido productivo, porque si hay empresas y comercios que acumulan deudas con la perciana cerrada, tal vez no puedan abrirla cuando todo esto pase.

Por eso el paquete de medidas anunciado también fue en el sentido correcto, reforzando los ingresos de los trabajadores informales (vía la AUH) y habilitando 350.000 millones para que los bancos presten a las empresas afectadas a una tasa del 24% y se flexibilizaron los parámetros con los que son calificados los deudores bancarios, previendo un mayor incumplimiento forzado por la cuarentena.

Sin embargo, mi impresión es que el gobierno no ha tomado real dimensión del impacto económico concreto que tendrá el aislamiento social en la micro, que claramente fue comprendido por la dirigencia de El Salvador y de otros países que están encarando paquetes monumentales, como Estados Unidos, Francia, Alemania y Australia.

Por las redes sociales me llegan todo tipo de catarsis y pedidos de micro pymes y  trabajadores autónomos. Gente que tiene que pagar sueldos pero no produce, o tiene cheques a cobrar que quedaron en cuarentena por la disposición del BCRA de suspender el clearing, monotributistas a los que el viernes la afip le debitó la cuota del mes, como si nada hubiera pasado, profesionales que tiene que pagar el alquiler del estudio o el consultorio, pero que no van a tener ingresos por lo menos por dos semanas, deudores de créditos que sin ingresos no pueden afrontar los pagos, desempleados que deben presentarse por ventanilla para cobrar su seguro, exportadores de servicios que también tienen que hacer el trámite presencial para cobrar sus honorarios, forzosamente pesificados, etcetera.

Willy Cohan propuso que para simplificar los trámites, ese paquete de 350.000 millones al 24% pueda ser usado como giro en descubierto de las empresas. Yo quiero ponerle anabólicos a esa idea, permitendo que además de las empresas,  todas las tarjetas de débito puedan girar en descubierto para pagar los servicios, los impuestos, los alquileres y las deudas bancarias, con un límite del 50% del movimiento promedio de las cuentas en los últimos 60 días, permitiendo que esa deuda sea abonada en un plazo de dos años, con tres meses de gracia a contar desde el fin de la cuarentena y a una tasa del 24% similar a la que se ofrece a las empresas, que puede ser subsidiada por el gobierno en escalones; por ejemplo estableciendo tasa 0% para los primeros 10.000 girados en descubierto, 5% para los siguientes 10.000 y así sucesivamente.

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