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Editorial: Economista, Martín Tetaz: Cuarentena óptima
Por Martín Tetaz
Cuando los economistas hablamos de la cantidad óptima de algo malo en general resulta contra intuitivo para la mayoría de la población. ¿Cómo puede haber un nivel de contaminación óptima? ¿Cómo se puede hablar de una tasa óptima de accidentes laborales? ¿Acaso la respuesta obvia no debiera ser que la cantidad óptima de cualquier cosa mala es cero?
Lamentablemente no. La actividad económica conlleva riesgos de accidentes; por ejemplo, cada fin de semana largo hay que lamentar muertes por choques y si bien muchos de ellos podrían ser evitados con una correcta infraestructura, controles mas rígidos al incumplimiento de las normas y mas educación a los conductores, la única manera de tener cero muertes por accidentes de transito los feriados largos sería eliminar los feriados largos o prohibir los autos; dos disparates.
O tomemos el caso de la construcción que es uno de los gremios donde se producen más accidentes laborales. Claro que hay que insistir en controlar las condiciones de trabajo, pero a nadie se le ocurriría suspender la actividad, porque tienen como efecto secundario una cantidad de accidentes que no pueden ser evitados de otro modo.
Producir también genera contaminación y por más que obliguemos a las empresas a instalar filtros y a controlar sus niveles de emisiones tóxicas, no podemos pedirles que sean nulas, porque eso equivaldría a parar completamente la producción.
En tiempos de coronavirus asistimos a un dilema similar. Mucha gente tiene su ingreso asegurado, porque es asalariado en una compañía que tiene espalda para seguir pagando sin facturar, porque es empleado público o porque se desempeña en un sector que es esencial y no entra en cuarentena. Pero hay millones de argentinos que además de la preocupación por su salud, suman la angustia de no saber como van a pagar las cuentas el próximo mes y ni hablar de las 600.000 pymes que ya están sacando la cuenta de si les sale mas barato despedir, indemnizar y bajar la persiana, para volver a arrancar el año que viene si todo vuelve a la normalidad.
La cuarentena tiene una lógica sanitaria implacable; si bajamos la tasa de contagios de cada infectado, aplanamos la curva de casos activos y le damos chance al sistema de salud de que atienda a los críticos, que los expertos estiman en el 5% de los que son captados por el virus. Quiere decir que, si pudiéramos conocer de antemano la evolución de la tasa de contagio en la población vulnerable, en cada uno de los escenarios de distanciamiento social impuesto por el gobierno, las autoridades podrían calibrar exactamente cual es nivel óptimo de la cuarentena en términos de duración e intensidad, si el objetivo fuera producir el menor daño económico posible, sujeto a la restricción de mantener al sistema de salud operando siempre por debajo de su capacidad máxima de atención.
Por eso son fundamentales los testeos masivos aleatorios como los que hizo por ejemplo Islandia, que tiene 7 veces mas contagiados que Dinamarca, pero 33% menos de muertes, como porcentaje de la población. Porque sin esa información las decisiones sobre el período y alcance de la reclusión domiciliaria se toman a ciegas, por aproximación, pagando costos innecesarios, o en materia de vidas o en materia de actividad económica.
En piscología cognitiva hay un sesgo que se denomina “de disponibilidad”, descubierto por Daniel Kahneman y Amos Tversky en 1973, por el cual la gente sobreestima la probabilidad de que ocurran eventos que le resulta fácil imaginar, porque tiene acceso a representaciones mentales de ese evento (como ocurre con los accidentes de avión que tienen amplia cobertura en los medios y centralidad en muchas películas), pero por la misma razón subestimamos la probabilidad de que ocurra algo que nos cuesta imaginar. Con los casos de Italia y España haciendo picos de rating en los medios, es plausible pensar que la gente tienda a sobreestimar tanto la posibilidad del contagio, como el riesgo de muerte asociado. En cambio, no hemos visto aún las consecuencias económicas de la pandemia y es posible que estemos subestimando los costos de la cuarentena.
En Estados Unidos sonaron las alarmas esta semana porque se conoció el dato de solicitud de seguros de desempleo que tuvo su pico mas alto de la historia cuando 3,28 millones de americanos llenaron el formulario para ese beneficio; casi cinco veces más que el pico del 2009. Pero todavía para muchos ese es un dato abstracto, difícil de imaginar, que no se cuela fácil en las representaciones mentales que se usan como base del juicio. En la medida que la cuarentena se empiece a cobrar bajas económicas y tengamos noticias de familiares que perdieron el empleo, amigos que tuvieron que cerrar el local, comercios que no pudieron depositar los sueldos y crónicas en los medios de gente que no puede pagar los servicios o el alquiler, la preocupación por la economía irá ganando lugar.
Como explicó hoy el Doctor Adolfo Rubinstein, tenemos que ver como podemos hacer para salir de la cuarentena. Sin apurarnos, porque explota el sistema de salud, pero sin extender la duración más allá de lo estrictamente necesario, porque explota la economía. Palabra más, palabra menos, es lo que los economistas denominaríamos “la cuarentena óptima”.
¿Qué pasa en el mundo?
Como es obvio, la economía global está completamente dominada por el impacto del coronavirus, pero esta semana el foco de la atención empezó a pasar de la cuestión sanitaria a las consecuencias económicas, tanto en los países que han enfrentado la pandemia con cuarentenas como en los que han sido mas indulgentes, como el caso de México o Brasil.
Desde nuestro último contacto los casos más que se duplicaron, tanto en el total, como entre los descubiertos en cada jornada. En total de contagiados confirmados creció 116%, mientras que los positivos diarios que se conocieron ayer fueron 110% mayores a los difundidos la semana pasada. Ambos crecimientos continúan de manera exponencial y el efecto de las cuarentenas no se espera sino hasta dentro de un par de semanas, porque hay un plazo entre que la persona se contagia y se confirma su diagnóstico, que dependiendo del país y el método de testeo oscila entre 7 y 10 días.
Los mercados financieros se recuperaron esta semana, en respuesta a los paquetes de medidas implementados por los gobiernos que en el caso de Estados Unidos sumó a la liquidez ilimitada de la reserva a tasa cero, dos billones de dólares (con doce ceros) del paquetazo del Tesoro; política monetaria + política fiscal de manual. El Dow Jones ganó 13,8% mientras que la bolsa de Londres trepó 9,1%.
Commodities
Los precios de las materias primas, tanto del petróleo como de la soja se estabilizaron esta semana y se cristaliza de esta manera un escenario de escasez de divisas para los exportadores de crudo y de blindaje para los que se apoyan en el agro.
Consecuentemente se estabilizaron también las monedas de los países de la región, siendo particularmente importante en el caso del Real, porque es el destino principal de las exportaciones industriales argentinas y porque cada punto de devaluación de esa moneda presiona al peso.
Flujos a emergentes y riesgo soberano
La salida de capitales de los mercados en desarrollo continuó en la semana a un ritmo de casi 6.000 millones diarios, pero el riesgo de los países soberanos se estabilizó y también lo hicieron las monedas de los emergentes de modo que es probable que la semana que viene asistamos a un resurgimiento de los fondos globales, o que al menos observemos una disminución importante en los ritmos de salida de fondos.
¿Qué pasa en nuestro país?
En la última semana, con la casi confirmación de la extensión en la cuarentena y la reanudación del clearing bancario empezó a crujir la cadena de pagos. El dato duro de una fuente calificada del BCRA es que solo el 10,7% de los cheques que se procesaron el jueves pasado rebotaron, pero otra fuente advirtió que la reapertura había estresado las líneas de descubiertos de las principales empresas que no habían podido fondear las cuentas corrientes para cubrir los cheques.
La segunda prueba de la falta de fondos para afrontar los sueldos de las empresas es la caída del dólar paralelo en todas sus versiones. Las empresas desatesoraron; el contado con liquidación, que llegó a tocar los $91,60 la semana pasada, cerro el viernes en $86,40 y lo mismo ocurrió en el dólar que maneja la economía informal que llegó a cotizar $89,25 la semana anterior y que cerro a $83,50 el viernes.
Esta semana será un verdadero test, porque veremos quienes pueden pagar los sueldos y quienes pondrán el grito en el cielo cuando el gobierno confirme la prorroga de la cuarentena. Habrá tensión con los sindicatos en las medianas y grandes empresas porque las patronales solicitarán reducciones salariales en línea con lo pedido por los petroleros, que propusieron pagar 50% de los compromisos, o las concesionarias de autos, que plantearon abonar el 70%, porque las empresas que no facturarán por la cuarentena, que cancelarán proyectos por el derrumbe del precio del petróleo o que venderán mucho menos por el desplome del consumo de servicios turísticos o de otros afectados por la cuarentena, pero también los que venden bienes durables cuya demanda se desmorona por la incertidumbre, no podrán de ningún modo seguir sosteniendo los mismos niveles de erogaciones. Si la cuarentena se extiende el debate en todos esos sectores es si el ajuste se hará por precio (salario) o por cantidad (empleo). La fantasía de pensar que una economía que produce al 50% puede pagar salarios al 100% choca con las matemáticas, porque además no hay del otro lado del mostrador, bienes suficientes para satisfacer una demanda al 100%. Al principio algunos sectores pueden cubrir pedidos bajando stocks, pero esa estrategia tiene los días contados; si la economía produce menos bienes de los que consume el único que puede ajustar la diferencia es el sector externo y al país tampoco le sobran dólares.
Al mismo tiempo, los gobiernos provinciales y municipales, según fuentes de hacienda de ciudad, provincia y varios municipios, tienen una caída de entre el 15 y el 25% en la recaudación de marzo y los números de abril, cuarentena mediante, serán peores y crecerá la presión por líneas de ayuda, incluyendo la amenaza de emisión de cuasimonedas, dado que no pueden acceder a la asistencia del BCRA.
Adelantándose al estrés de los deudores, el Presidente acaba de firmar el Decreto 319/20 que suspende los aumentos de las cuotas de créditos hipotecarios y prendarios por seis meses, disponiéndose que la diferencia se pague en 3 cuotas sin interés a partir de octubre. También se podrá pagar en 3 cuotas desde octubre las deudas por falta de pago que se produzcan en estos meses (con la tasa pasiva de los plazos fijos del Banco Nación).
Mercados financieros
En sintonía con lo que pasó en el mundo, los mercados se estabilizaron en Argentina. En particular, el riesgo país terminó 102 puntos arriba del viernes anterior, pero recortó la fuerte suba que había tenido el lunes cuando cerro en 4519 puntos. La bolsa perdió el viernes 5,4% en línea con la caída de los ADRs en NYC, pero quedó arriba del viernes anterior y en algunos casos como por ejemplo el de YPF recuperó un 71% desde el jueves anterior, lo que demuestra que las crisis son extraordinarias oportunidades de inversión, si se acierta el timming.
Cuenta corriente
La novedad más importante de la semana respecto del frente externo es que finalmente la cuenta corriente del balance de pagos registró un superávit de 2984 millones en el cuarto trimestre del 2019, explicado sobre todo por el fuerte saldo comercial de 6990 millones en bienes, pero también por la caída en el déficit de servicios, que fue de 630 millones este año, pero que había sido de casi el doble el año anterior (1142).
Este resultado es importante porque en el marco de la renegociación de la deuda y más allá de la quita que pueda conseguir el gobierno, el valor de los nuevos bonos dependerá de la probabilidad de cumplimiento que el mercado estime, que es esencialmente una función del déficit fiscal y el déficit de cuenta corriente neto del pago de intereses, que se proyecte.
Balance comercial
Producto del desplome de las importaciones, que retrocedieron 16,5% en cantidades, el resultado comercial de febrero fue superavitario en 1129 millones, contra 450 del mismo mes del año anterior. Las exportaciones estuvieron estables, con una pequeña caída en cantidades del 0,6%. El dato es importante porque confirma que se profundizó la recesión en el segundo mes del año, confirmando los datos de las consultoras privadas que miden la actividad económica.
Actividad
De acuerdo con el computo de Ferreres y Asociados, que suele adelantar con notable precisión los datos del estimador mensual del INDEC, la economía se contrajo 3,6% en febrero, en relación con el mismo mes del año pasado y aunque hay algo de efecto arrastre, la medición desestacionalizada muestra una caída del 0,5% respecto del enero. La caída está explicada en el derrumbe de la construcción, que con la parálisis de la obra pública se cayó 16,7% y por el freno del comercio mayorista y minorista que retrocede 6,3% sobre todo por el impacto en las ventas de los bienes durables, porque sabemos por los datos del INDEC que alimentos y bebidas se estabilizaron en enero.
Estos números no recogen aún el impacto del coronavirus, que será muy fuerte en marzo y aun mayor en abril, de persistir la cuarentena.
Mercado de trabajo
Finalmente se confirmó que el 2019 cerró con crecimiento en el empleo y aunque el desempleo bajó en relación con el mismo período del 2018, la presión sobre el mercado de trabajo creció 1,3 puntos porcentuales por el fuerte aumento de los ocupados demandantes de mas empleo.
Los datos prueban la flexibilidad del tipo de cambio que resulta clave, sobre todo en contextos de mercados de trabajo rígidos como el argentino, para que el ajuste a los shocks externos tramite por el canal del salario real, blindando a las cantidades (empleo). Esa caída del salario real promedio de la economía opera en la práctica tanto por paritarias que corren por detrás de la inflación en el mundo registrado, como por cambios cualitativos en el empleo, donde los puestos informales (de menor calidad) reemplazan algunos formales.