CULTURAÚLTIMAS NOTICIAS
Editorial: Economista, Martín Tetaz: Cuarentena
Por Martín Tetaz
Dos datos concretos sirven para ilustrar lo potencialmente grave de la situación y entender las medidas extremas tomadas por los gobiernos. Según el US Center for Disease Control and Prevention, la tasa de mortalidad del Coronavirus en la población mayor a 64 años es 10 veces mas alta que la de una gripe común.
El segundo dato, que combinado con la tasa de mortalidad explica el cuadro de preocupación tiene que ver con el estudio del doctor Qun Li y sus colegas, recientemente publicado por The New England Journal of Medicine, que muestra que la tasa de reproducción (contagio) es de 2,2 personas en promedio (versus una tasa de 1,3 en el caso de la gripe), pero lo preocupante es que esa es la estimación promedio sobre una muestra de 425 pacientes con el COVID19, que tiene un margen de error tal, que el intervalo de confianza al 95% oscila entre 1,4 y 3,9.
Puesto en otras palabras, la tasa de contagio podría ser de 1,4 por cada enfermo en cuyo caso probablemente estaríamos exagerando las precauciones, pero podría llegar a 3,9 lo que lo convertiría en un fenómeno tan exponencial que en 9 semanas se contagiaría toda la población.
Pero incluso si todo sale bien y el virus pasa, el golpe en la economía será mucho mas fuerte de lo que las estimaciones preliminares están calculando. Para el FMI el crecimiento global solo será del 1,6% mientras que paga la OECD alcanzará el 2,4% y el más pesimista Instituto para las finanzas Internacionales (IIF), que monitorea diariamente los flujos de capitales en todo el planeta, sostiene que podría ser de nada más que 1% en 2020, lo que contrasta con el 2,9% que se expandió la actividad en el mundo durante el año pasado.
Es difícil sin embargo imaginar que con las principales economías del globo prácticamente paradas por dos meses (en el mejor de los casos), el planeta pueda crecer. Lo mas plausible es imaginar una recesión global al menos similar a la del 2009, en el mejor de los casos. No obstante, como el shock empezó de golpe en febrero, el promedio de la actividad en 2020 todavía arrastrará el crecimiento de la segunda mitad del 2019, moderando la caída, pero no hay ninguna posibilidad de que el impacto punta a punta no sea recesivo.
En China, el índice de producción industrial (PMI) se derrumbó a 40,3 puntos en febrero, el nivel mas bajo de los últimos 15 años, mientras que el índice de actividad en servicios se hundió aún mas, a un nivel de 26,5 puntos, contra los 51,8 que había tenido en enero. Los servicios no se habían contraído en China ni siquiera en la crisis del 2009 y ahora se paralizaron.
Europa ya venía estancada; la producción industrial se contrajo 1,9% en enero y lo mismo ocurrió con la construcción que retrocedió 3,9% en el ultimo mes del año pasado. En conjunto el viejo continente solo creció 0,1% en diciembre.
En Estados Unidos el paquete de medidas de estímulo de la Reserva Federal es impresionante. La reserva federal acaba de bajar la tasa de su política monetaria a 0%, inyectando 750.000 millones de dólares para darle liquidez a los bancos y el Tesoro estudia la posibilidad de recortes en los aportes a la seguridad social sobre las nóminas laborales, pero no hay nada que pueda hacer la política monetaria contra la porción del shock que tiene que ver con la oferta.
Lo mas probable hoy es una contracción global de magnitudes similares a las del 2009 y eso en el caso de que la epidemia se controle.
En Latinoamérica el panorama es peor porque la región ya venía transitando la etapa de caída del último superciclo de commodities, con conflictividad política por las dificultades de los gobiernos para ajustar las economías a los nuevos niveles de precios de sus principales productos de exportación. Arriba de ese piso contractivo del 2019 los productores de petróleo como México, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia y Brasil sufrirán el shock de la ruptura de Arabia Saudita en la OPEP, que deja en barril de petróleo en los mismos niveles de principios de siglo.
Además, por el canal financiero, la región enfrenta la salida de capitales mas brutal de los últimos años, incluso superior a la del 2009, lo que le meterá presión devaluatoria a las monedas locales y hará subir el riesgo país, sobre todo en aquellos países con altas necesidades financieras en relación a sus reservas.
Solo las materias primas alimenticias parecen salvarse de la debacle y esa es una buena noticia para la porción de las exportaciones asociadas a commodities del agro, que son el 30% de las ventas externas brasileñas, pero el 65% de las argentinas.
Pero, aunque el canal directo comercial no le pegue tanto a nuestro país, gracias a la estabilidad en el precio de la soja y el maiz, el efecto de segundo orden de la devaluación brasileña nos complica, porque ese tipo de cambio bilateral define la rentabilidad relativa del sector industrial y Brasil es el principal destino de nuestras exportaciones de MOI. Con el diario el lunes, es evidente que los vecinos se apuraron a bajar sus tasas, reduciendo el margen de carry, lo que los dejó más expuestos al shock de salida de capitales de emergentes y se refleja en la suba del 21% del dólar desde principio de año. Esa devaluación le pone presión adicional al dólar en Argentina.
¿Qué pasa en nuestro país?
Primero me llamó una amiga que tiene un restaurante preguntándome como haría para pagarle el sueldo a su personal si tiene que cerrar o si por el pánico la gente no concurre al local, minutos después fue la niñera que estaba asustada por la posibilidad de contagiarse en el transporte que la lleva a casa y dos horas mas tarde, dos empresas con las que había cerrado sendas conferencias para la última semana del mes tuvieron que suspenderlas.
Hay una porción de la economía que no tendrá un impacto económico directo, porque son empleados públicos o trabajan para empresas que siguen operando, como los fabricantes de alimentos, o que sufren la pandemia, pero tienen espalda para soportar los sueldos. Sin embargo, buena parte de la economía informal, los comerciantes, profesionales y cuentapropistas en general se verán afectados y la caída del consumo de esos sectores tendrá un efecto multiplicador al resto de la economía.
La respuesta del gobierno será un paquete de anabólicos para la demanda, que probablemente incluya un bono extraordinario para los perceptores de AUH, un sistema de licencias optativas para los trabajadores que deban quedar al cuidado de los niños, un refuerzo en las tarjetas alimentarias, un aplazamiento en los pagos de las cuotas de créditos de la ANSES y los bancos públicos y alguna moratoria impositiva que tal ves incluya la suspensión del pago del monotributo y de los aportes a la seguridad social de las Pymes, que tendrán sus finanzas estresadas por la caída en las ventas y la necesidad de mantener los sueldos del personal.
Tampoco sobran recursos para hacer frente a la crisis y ello explica por qué no se apresuran medidas extremas como la suspensión del transporte público y la cuarentena generalizada, máxime cuando no hay garantías de que la epidemia pase rápido. Partiendo de un déficit primario del orden del 0,8% del PBI y con los datos fiscales de enero poco auspiciosos, cualquier medida de aislamiento reducirá los ingresos impositivos, al tiempo que el paquete de fomento para paliar la crisis incrementará el gasto. Cada día que se extienda la epidemia crece el déficit fiscal y como no hay acceso a los mercados financieros habrá que financiarlo con mas emisión monetaria. El coronavirus profundizará la estanflación, frenando mas la economía y acelerando la inflación. La magnitud de ambas cosas dependerá de la duración del virus.
A todo eso se suma la difícil situación del canje de deuda que será pato o gallareta en los próximos quince días. Si la propuesta del gobierno es demasiado agresiva y no consigue el consentimiento suficiente como para activar las cláusulas de acción colectiva (CAC) será default sin escalas. Hasta antes de que estallara el Covid19 había alguna chance de un plan B, que implicara una nueva propuesta un par de meses mas tarde, pero no hay ninguna posibilidad de que ante la amenaza de que se prolongue la pandemia el gobierno use las escasas reservas de divisas que tiene en pagar deuda, máxime cuando no sabe cuando pasará la tormenta.
Dólar y Tasas
El mayorista oficial trepó 42 centavos, acelerando la devaluación a una tasa anual del 41%, pero muy lejos de la reacción que tuvieron el Real en Brasil (donde el dólar subió 5%) y otras monedas emergentes como el rublo ruso, que fue la divisa que más sufrió por el golpe de Arabia Saudita a la OPEP.
Por la resistencia del BCRA a conceder una devaluación más pronunciada, la mayor presión de salida de los flujos en todos los mercados emergentes se canalizó en nuestro país a través del contado con liquidación, que subió 7,1% en la semana y terminó en 89,15 después de haber llegado a tocar los 91 pesos.
Consecuentemente la brecha saltó al 41% y aunque la presión del mercado en términos reales fue mas significativa en la semana de las elecciones de octubre pasado, el mercado vuelve a los niveles de brecha real que se observaron a fines de enero luego del papelón del BP21 en Buenos Aires.
La baja de la tasa de política monetaria del jueves de la semana pasada, que dejó las LELIQ en 38% apenas impactó en la remuneración que los bancos pagan a los ahorristas y tampoco tuvo efecto significativo en las tasas activas que le cobran a las empresas. Los plazos fijos apenas bajaron 35 puntos, pagando 28,47% y los adelantos a las firmas cayeron solo 59 puntos, terminando en 38,04%
La baja mas importante fue en las líneas para el consumo de las familias donde los personales, empujados por el tope de tasas del 55% en tarjetas, cedieron 220 puntos y cerraron en 58,93%.
Inflación
Los precios se frenaron en febrero y el IPC terminó con una suba del 2%, en línea con lo que se esperaba. El resultado combina la suba de solo 0,7% en regulados, con el 2,7% en alimentos y bebidas, por lo que sigue siendo mas conveniente estoquear mercadería que tener saldos a plazo fijo. La inflación núcleo, sobre la que incide la política monetaria fue del 2,4%, por encima de lo que pagan las tasas pasivas.
Ventas Minoristas
El miércoles se conoció el dato de consumo minorista que mide CAME, que nuevamente mostró una contracción del 1,1% en febrero. El vaso medio lleno del dato tiene que ver con que es el mes de menor caída en los últimos 15 meses y que el sector muestra señales de estar llegando al piso. Claro que el parate del coronavirus seguramente complicará esta recuperación.