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Editorial: Economista, Martín Tetaz: Brecha Caliente
Por Martín Tetaz
La diferencia entre el precio del dólar mayorista y el contado con liquidación ofrece varias lecturas útiles para quienes toman decisiones.
En primer lugar, es informativa de la confianza en la economía; en momentos de más incertidumbre la gente busca refugio en moneda dura y como prácticamente toda la demanda por formación de activos externos está fuera del mercado oficial (en diciembre la formación de activos externos fue de -153 millones), esa presión se refleja en un salto de la brecha.
En segundo lugar, como el mercado cambiario debería ajustar también la cuenta corriente del balance de pagos, si no cambian los factores fundamentales detrás de la oferta y demanda de divisas, es razonable que la brecha aumente si el tipo de cambio oficial no se mueve al ritmo de la inflación, porque ese atraso implica que en términos reales el dólar oficial se está abaratando, lo cual en el corto plazo es muy conveniente para el Banco Central, porque los exportadores están obligados a liquidar y la entidad oficial les paga cada vez menos, consiguiendo así dólares baratos para las reservas, pero en el mediano plazo resulta antiexportador y pro importaciones, o sea que tiene sesgo no transable.
Hasta que se estableció el impuesto del 30% al dólar turista + atesoramiento la brecha bruta venía bajando esencialmente por efecto transición, puesto que en la primera semana post elecciones quedó claro que sería menos traumática de lo que el mercado había anticipado post PASO (recordemos la foto entre Fernández y Macri) y porque además el endurecimiento del cepo transmitió tranquilidad respecto de que el nuevo gobierno contaría con más reservas y los ahorristas minoristas que fueron desplazados del mercado, no contaban con cuentas comitentes para operar en el paralelo.
Además, para ese entonces casi toda la brecha era explicada por la inflación.
Pero desde la última semana de diciembre, el paralelo subió sistemáticamente, sin que la inflación de enero, que se estima podría cerrar en torno al 3%, pueda ser acusada de culpable, puesto que la brecha subió casi 20 puntos porcentuales.
Esta distinción es muy importante, porque algunos comparan la brecha actual con el promedio 2011-2015, que también fue del 40% (con picos del 80% y mínimos del 20%), sin embargo, el tipo de cambio real actual está 20% arriba del que había en promedio durante esos cuatro años y es 42% más alto que el promedio del 2015. Y si miramos el tipo de cambio real que enfrenta el turismo emisivo (principal responsable del déficit de la cuenta de servicios) está 56% más alto que el promedio 2011-2015 y 84% por encima del que prevalecía en 2015, lo cual es bastante evidente en el boom de la costa local.
Puesto en otras palabras; el exceso de demanda de dólares de hoy, que hace subir la brecha, no es porque el dólar esté barato, respecto del precio que equilibra la cuenta corriente, sino esencialmente por desconfianza.
Pero cuidado, porque cuando empezó el cepo en 2011 también la fuente principal del exceso de demanda era la cuenta capital del balance de pagos. En diciembre del 2011 el tipo de cambio real multilateral era un 52% más alto que el de fines del kirchnerismo, lo que quiere decir que el cepo que empezó siendo una barrera para contener la desconfianza, terminó siendo un dique para frenar la avalancha de importaciones (sobre todo las turísticas).