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Ciudad de Buenos Aires: Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

A pesar de las mayores tensiones observadas en los mercados financieros globales, que se dejaron sentir en los precios de los bonos y las acciones locales, en el mercado de cambios continuó primando la tendencia a la baja en la cotización del dólar, profundizándose la revalorización del peso observada desde que se pusiera en práctica el nuevo esquema de política monetaria-cambiaria a comienzos de este mes. Asimismo, el gobierno anunció una serie de medidas para el mercado inmobiliario, las cuales incluyeron la posibilidad de aplicar topes a las cuotas de los créditos hipotecarios UVA, el envío al Congreso de una nueva Ley de Alquileres y un refuerzo al programa nacional de viviendas.

En materia cambiaria, continuaron cediendo las presiones por segunda semana consecutiva tras la implementación del nuevo esquema monetario, con el precio del dólar acercándose al piso de la banda fijada por el Banco Central. Tras haber marcado un descenso de 7% en la primera semana de octubre, el precio del dólar experimentó esta semana un retroceso adicional de 4,7%, cerrando el viernes a $36,24 a nivel mayorista. Como resultado, acumula una baja de 11,4% desde el pico de fines de septiembre ($40,9), con la cotización del dólar pasando a moverse más cerca del piso de la zona de no intervención instaurada por el nuevo esquema cambiario ($34), alejándose un 17,6% de la banda máxima ($44).

Entre los factores detrás de los movimientos cambiarios, se destaca tanto una menor demanda como el resurgimiento de una oferta privada de dólares, en un contexto de altas tasas de interés en pesos. En este sentido, los inversores comienzan a mostrar un mayor interés por posicionarse en activos en moneda local (tal como refleja, entre otras cosas, el repunte de los plazos fijos en pesos), a la vez que empresas e incluso individuos comienzan a volcar una oferta de divisas a la plaza cambiaria.

Más concretamente, se observa que compañías exportadoras optan por financiarse en dólares (en lugar de hacerlo en pesos), volcando las divisas al mercado, frente al diferencial de las tasas de interés en una y otra moneda, junto con las perspectivas de mayor estabilidad cambiaria. En paralelo, empresas e incluso los particulares comienzan a desprenderse de parte de sus tenencias de dólares para hacer frente a compromisos en pesos, un elemento que también incide en la dinámica que viene mostrando el valor del dólar en el mercado informal, el cual ha pasado a cotizar por debajo del tipo de cambio oficial, presionado por la creciente oferta.

Estos factores se suman a la corrección que ha comenzado a experimentar la cuenta corriente del balance de pagos en respuesta al ajuste observado por el tipo de cambio y en la actividad agregada, algo que se ve reflejado principalmente en una menor demanda de divisas para saldar importaciones y viajes al exterior, combinada con una caída de la demanda para atesoramiento, la cual impacta en la cuenta capital cambiaria.

En lo que hace a las tasas de interés en pesos, tras el incremento verificado en la tasa de política monetaria en la primera semana de implementación del nuevo esquema (cuando la tasa promedio pagada en las licitaciones de Leliqs subió de 65% a 73,3%), esta pasó a mostrar una mayor estabilidad, verificando incluso una ligera corrección a la baja, situándose el viernes en 72% y promediando 72,65% en la semana.

Por otro lado, a contramano de la mayor tranquilidad observada en el mercado de cambios, los precios de acciones y bonos se vieron afectados por el recrudecimiento de las tensiones en los mercados financieros internacionales. El índice Merval retrocedió en los primeros cuatro días de la semana 8,5%, acumulando un descenso de 17,5% desde fines de septiembre, al tiempo que la prima de riesgo país alcanzó los 686 puntos el jueves, aunque tanto los precios de acciones como los bonos mejoraron el viernes, ante un mejor clima externo.

Emulando lo ocurrido a comienzos de este año, el retorno de la volatilidad a los mercados internacionales tuvo su origen en el alza de la tasa de interés de largo plazo en los EE.UU., donde el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años llegó a situarse en 3,23%, acumulando un incremento de 42 puntos básicos desde agosto pasado y alcanzando un máximo de los últimos 7 años. Estos movimientos estuvieron motivados, a su vez, por las perspectivas de subas de tasas de referencia de la Reserva Federal, siguiendo la publicación de datos del mercado de trabajo en los EE.UU. que muestran que este se encuentra cercano al nivel de pleno empleo (la tasa de desempleo se ubicó en 3,7%, el nivel más bajo desde 1969), y que podrían estar anticipando mayores presiones al alza en los salarios y una aceleración de la inflación, particularmente de servicios.

Los mayores rendimientos en los bonos del Tesoro norteamericano impulsaron a los inversores a salir de activos considerados más riesgosos, lo cual impactó en primera instancia en los precios de las acciones tecnológicas de las bolsas norteamericanas, movimiento que se hizo extensivo luego a los mercados emergentes, con el índice de MSCI (que resume el comportamiento de las principales bolsas de los países en desarrollo) llegando a marcar un retroceso de 4,6% en la semana y de 8,9% en lo que va de octubre.

Finalmente, a nivel local, el gobierno anunció una serie de medidas vinculadas el mercado inmobiliario, las cuales incluyeron la posibilidad de aplicar topes a las cuotas de los créditos hipotecarios UVA. Para quienes opten por esta alternativa, la iniciativa busca paliar el aumento de las cuotas, las cuales no podrán superar en un 10% la suba de lo que se incremente el índice que mide los salarios, previéndose que los montos que no se cobren en dichas cuotas mensuales serían capitalizados hasta que el desfasaje entre inflación y salarios sea revertido, lo cual implicaría una mínima diferencia tanto en el capital total adeudado como en las cuotas durante la vida remanente del préstamo, a la vez que se evitaría alargar plazos del financiamiento.

Con esta opción, los tomadores tienen asegurado un tope de cuota vinculado al índice de salarios, a la vez que no se modificaría el sistema, aumentando su solidez (por haber soportado adecuadamente una crisis) y evitando una modificación que podría generar una pérdida de confianza en el mismo, mientras que se eliminaría el problema existente para la securitización de las carteras, vinculado a no poder establecer un plazo definitivo al préstamo, resolviendo un obstáculo para su fondeo.

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