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Ministro de Hacienda, Hernán Lacunza: “Cuando se supere la incertidumbre electoral se podrá retomar el sendero de crecimiento sostenido”
En el marco de la gestión del Ejecutivo Nacional, el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, presentó el proyecto de Presupuesto 2020 en la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados de la Nación. En el salón Delia Parodi del Congreso Nacional, Lacunza resaltó el objetivo central del proyecto.
“Si lo medimos por empleo e inflación, que son las dos variables que más inciden en la vida cotidiana de las familias, los resultados del programa en curso han sido inferiores a los esperados. Todos coincidimos en la combinación de herencia, falencias del programa económico y algo de factores externos, como la sequía y la suba de la tasa de interés internacional en 2018”, expresó el Ministro.
“El desafío inicial de la política económica era enfrentar un triángulo de las bermudas caracterizado por tres vértices que entraban en conflicto: 1) corregir el atraso cambiario y las tarifas rezagadas, 2) distorsiones de precios relativo, y 3) la tensión natural de corto plazo entre crecimiento e inflación”, dijo Lacunza.
“Dada la magnitud de esos desequilibrios, las restricciones sociales que implican que casi un tercio de la población esté bajo la línea de pobreza, el espacio político acotado para reformas estructurales, sin contar con mayoría parlamentaria; la actual administración procuró una corrección gradual que suavizara el impacto social inicial, aunque para eso fue necesario recurrir al financiamiento que, en ausencia de un mercado de crédito local suficientemente desarrollado, debió buscarse en el exterior”, agregó”.
Por otro lado, resaltó que “si bien los desencadenantes de la crisis fueron ajenos al modelo económico, sin dudas este no había todavía completado un esquema cambiario y monetario robusto a las perturbaciones externas, y se generaron dudas sobre la sustentabilidad social y política de las reformas estructurales pendientes”.
Deuda pública
“El aumento de la deuda es la suma de los déficits durante un período. De nada sirve que los lunes propongamos baja de impuestos, los martes que no bajen los subsidios, y los miércoles que no aumente la deuda”, expresó. “El nivel de deuda es reflejo del déficit fiscal y el déficit tiene mucha persistencia. El nivel de deuda pública total ronda el 85% del PBI. Bien medido es bastante menor, dado que la deuda se evalúa al tipo de cambio actual y el PBI al promedio anual”.
En este sentido, el ministro Lacunza puntualizó que la deuda pública en manos privadas “asciende a un 33% del PBI. La capacidad de renovación depende de las posibilidades de repago de esa deuda, que obviamente depende críticamente de la trayectoria fiscal esperada. A nuestro juicio, con ese volumen, no existe actualmente un problema de solvencia respecto a la deuda argentina, sino de liquidez, por la incertidumbre respecto a la trayectoria fiscal esperada en el futuro, que está precipitando dudas de los bonistas en el presente”.
Luego, hizo especial hincapié en que “el equilibrio de las cuentas públicas, los reperfilamientos de deuda propuestos, más los consensos políticos, permitirán disipar la percepción de insolvencia de la deuda argentina y así comenzar el sendero de un crecimiento sostenido, donde el estado no gasta más de lo que recauda y las necesidade financieras no representan un gran peso para la sociedad”.
“Para dar esa previsibilidad financiera, debemos gestionar entre todas las fuerzas políticas los consensos para discutir con los acreedores la mejor estrategia para garantizar los pagos de deuda en una negociación voluntaria. De modo que, el período electoral y el inicio del próximo período presidencial, gane quien gane en octubre o en noviembre, cuente con los grados de libertad necesarios para desplegar su programa de gobierno”, puntualizó.
10 pilares para un crecimiento sostenido
“Las actuales tensiones pueden agobiarnos y nublar la perspectiva de mediano plazo. La cosecha y la siembra no son simultáneas. Las condiciones estructurales de la economía habrán mejorado sustancialmente a fines de este año. Y no debemos ponerlas en riesgo”, enfatizó Lacunza. Por otra parte, destacó que “los déficits gemelos, el fiscal y el externo, que condicionan la sostenibilidad de cualquier programa económico, habrán trocado en equilibrios gemelos, o desequilibrios muy moderados”.
“Además de corregirse el déficit, la presión impositiva del gobierno federal bajó 2,5% del PBI, entre 2015 y 2019, y la de las provincias bajó un 0,7% adicional porque se redujo la incidencia del impuesto a ganancias, se redujeron las retenciones a las exportaciones agrícolas, la alícuota de bienes personales, se permite el cómputo del impuesto a débitos y créditos bancarios a cuenta de ganancias, se elevó el mínimo no imponible de los impuestos al trabajo y entre los provinciales se redujo la incidencia de ingresos brutos y sellos”, destacó.
Cabe destacar que la mayor transferencia de recursos automáticos de Nación a provincias incrementó la participación de las provincias en la recaudación nacional del 40% en 2015 al 47% en 2018.
Las provincias lograron pasar de un déficit de 0,7% del PBI en 2015 a un superávit de 0,4% en 2018. Contribuyeron a esa performance las mejoras institucionales a lo largo de estos años, como el consenso fiscal y la ley de responsabilidad fiscal, al tiempo que empezaron el camino de reducción de impuestos distorsivos sobre la producción, como ingresos brutos y sellos.
También se alcanzará, a fines de este período y comienzos del próximo año, el equilibrio externo de la cuenta corriente de la balanza de pagos. Apenas un déficit inferior a los USD 4.000 millones en 2019 (0,9% del PBI), desde usd 27.500 millones un año atrás (más de 5% del PBI).
El tipo de cambio real bilateral, respecto al dólar, se encuentra por encima de su valor promedio de largo plazo y en el máximo nivel de los últimos 12 años, casi el doble que el que había a fines de 2015 (que era, en pesos de 2019, equivalente a $ 31 actuales), y un 65% superior al que encontró la crisis en abril de 2018 (que era de unos $ 35 a pesos de hoy), en un nivel semejante al de 2007.
La performance de las exportaciones, con un 8,4% de crecimiento en el año (el cuarto año consecutivo de crecimiento, tras cuatro de caída entre 2011 y 2015) y una proyección de 7% en 2020, confirma la noción de que la competitividad precio es adecuada.
El ministro Lacunza resaltó que “la integración al mundo que logró la Argentina en estos años también será un pilar del desarrollo futuro. Se logró el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que entrará en plena vigencia en 10 años, marca el desafío que nuestra productividad tiene por delante. No habrá baja sostenida de la pobreza sin la creación de empleo privado, ni incremento del ingreso per cápita si no somos competitivos con el mundo”.
“Hay que destacar la robustez del sistema financiero, sumamente líquido, sin descalce de monedas que pongan en riesgo los depósitos, tanto en moneda local como extranjera”, agregó.
Presupuesto 2020: Supuestos macroeconómicos y política fiscal
“Prevemos un escenario macroeconómico donde, una vez superada la incertidumbre electoral y despejadas las dudas sobre la sustentabilidad de la deuda, se podrá retomar el sendero de crecimiento moderado a partir del primer trimestre de 2020. Con las exportaciones como motor más dinámico de la demanda agregada, con las cantidades exportadas orillando su máximo histórico, con previsiones de una buena siembra con cosecha granaria, la maduración de algunas inversiones, como Vaca Muerta, y la tracción de Brasil como destino principal de nuestras manufacturas industriales”, destacó.
Además, Lacunza expresó que una leve recuperación de las importaciones terminaría conformando un superávit comercial cercano a los USD 18.000 millones, con el consumo privado recuperándose parsimoniosamente desde niveles muy deprimidos, y también la inversión, aunque en el promedio anual no se prevé que pueda superar a la de este año.
Respecto a la inflación, se prevé también una desaceleración modesta, desde el 53% anual de 2019 hasta el 34% en 2020, con un promedio anual de 43%.
En cuanto al tipo de cambio real, está en una paridad promedio creciendo al 40% anual (semejante a la inflación) y a fin de año cercana al 30% (también similar a la inflación prevista), sin nuevos shocks cambiarios que comprometan el sendero de desaceleración inflacionaria.
El componente del gasto primario que más aumentará en 2020 son las jubilaciones y pensiones y las asignaciones familiares.
Los servicios sociales representarán el 78% del gasto primario, cuando en 2019 era el 74% del total. Esto se refleja en que los ministerios que más crecen en su presupuesto son el de Salud y Desarrollo Social, y Educación, Ciencia y Tecnología.
Política fiscal
El superávit fiscal primario estimado para 2020 es del 1%. Dado que el peso de los intereses se mantiene en 2020 en el mismo nivel que en 2019, la mejora del resultado primario se traslada linealmente al resultado financiero, donde se prevé un déficit del 2,3% del producto (1,5% inferior al de este año).
Consensos para la Argentina que viene
“Ningún gobierno puede solo. Pudimos haber sufrido grietas ideológicas casi viscerales, pero nadie de ninguna fuerza política pone en tela de juicio la democracia republicana como eje central del contrato social. Tenemos problemas elementales como una pobreza promedio del 36% y una inflación media del 69% anual”, detalló el Ministro. “En materia social, la protección de los más vulnerables no es negociable. El gasto social de los últimos años, y también el del gobierno anterior, es el más alto de nuestra historia”, expresó.
“En materia de política económica, donde tuvimos déficit financiero en 91 de los últimos 100 años, creo que, escuchando a los diferentes candidatos presidenciales, empezamos a tener consenso, incipiente, quizás aún no consolidado, de que el déficit fiscal permanente no es sostenible, que a la larga genera deuda, y a la corta inflación”, dijo Lacunza.
“Es verdad que ese puñado de consensos es importante, tenemos que seguir consolidando consensos sobre las categorías que mencioné u otras de la oposición para no resetear el modelo económico en cada mandato presidencial. Para el próximo período al menos tenemos que consensuar dos prioridades: una coalición social pro exportadora para darle sustentabilidad al modelo de crecimiento sin la recurrente asfixia de divisas y una coalición social pro empleo, dado que el empleo privado es el gran organizador social, para que finalmente, esta joven democracia se transforme en desarrollo y pueda sacar de la pobreza a la tercera parte de los argentinos”, finalizó.